Había una vez un individuo que siempre tenia sueño, pasara lo que pasaba no podía dejar los bostezos ahogarse dentro, ni mantener los ojos abiertos. Siempre procuraba dormir en los parques, en las bancas, en la escuela, en su casa, en el carro entre líneas entre ramas, entre lo que fuera. Tenia lo que se conoce como el don del acomodo adormilado (es decir en cualquier lado).
Un día le pregunte:
- Oye zombie.. ¿por qué duermes tanto?
y me dijo que estudiaba demasiado en la escuela, que paseaba mucho, que tenia conjuntivitis, que le ardían los ojos, que le crecía un ojo más grande que el otro y que esto le provocaba el sueño, que le molestaba el sol, que... realmente no dormía sólo pensaba entre ojos cerrados.
El punto es que pasaba la mayor parte del día abrazando sueños y viviendo irrealidades.
A veces este individuo pensaba o soñaba que en verdad iba a la escuela y estudiaba, que incluso había escalado las montañas, cazado un oso con sus propias manos, viajado en el tiempo y el espacio, luchando en la guerra de los zombies y viviendo un mundo alterno que confute a lo real con sueño.
Cuando despertaba no reconocía a la persona en el espejo, al que hablaba bostezando, al de los ojos verde lagaña, color rojo quiero sexo y café almendrita, un color muy extraño al parecer ... pero créeme sí existe.
Y este ente que dormía y dormía y entre sueños existía, tuvo una vez un día, o bueno, uno de esos días en que despertó y al no creer lo que veía, en una racha de impaciencia por no volver a lo que el creía ser real tomo un puñado de pastillas: prozac, diclofenaco, tempra, paracetamol, teraflu, diazepam y syncol (ya sé que no tiene sentido, pero que más da).
En ese andar de pesadilla con los ojos bien abiertos, con los sentidos despiertos, con la vista despejada ahora sólo color almendrita, se quedó boquiabierto cuando conoció a su hermana de 9 años, imagínate la dejo de ver cuando aún no caminaba, todo por andar dormido y deambulando todo el día.
En esa mal día donde todo era claro y constante con la luz alerta, pasó algo inesperado.
Algo que lo hizo pensar y meditar, reírse un rato de un montón de estupideces, sentirse bien, conocer a alguien que no dormía, era un algo real tangible, que podía tocar y sentir que era mucho más que esa realidad alterna con la que sueña o vive según su preferencia .
Una maravilla fue conocerla a ella, y al terminar el día, cuando la noche hace de las suyas, nuestro amigo se volvió a dormir y dejó pasar las horas y los días, reconstruyendo el mismo mal día en que la conoció.
Muy normal, muy normal: desperdiciar el tiempo, soñando con alguien que tienes enfrente.
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