Monday, October 25, 2010

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La bienvenida al mundo viene con una nalgada del médico que te recibe. Es la palmadita de la suerte, es la primera advertencia de que la vida te pega porque sí y llorar es nuestra primer reacción al mundo.

Lloramos al nacer, lloramos al despedirnos y la vida se nos va en gotitas de agua salada. Llorar es un placer culpable, es liberarse de la adrenalina, es exprimir el engaño, las sensaciones nauseabundas, las alegrías acumuladas, es sentirse conmovido, es dejar salir al “ternurita”.

Llorar es lo que nos recuerda que también sentimos, que somos vulnerables, es un jalón de orejas a nuestro ego de invencibles.

Llorar no sólo es humano, es completamente animal, es una reacción natural que si es sustituida cambia su significado. Llorar por lo irremediable, sí. Pero reír de felicidad, reír de tristeza, reír de miedo, reír de nervios, reír cuando te caes, reír cuando te levantas, reír de las negativas, reír porque pasaste un mal rato, sí; porque no son nada comparados con los buenos que ya tienes vividos y los que faltan por vivir.

Pd. No, no estuve leyendo caldo de pollo para el alma.

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  Se desperdicia mucho tiempo pensando en qué quieres ser de grande. En pensar y se piensa poco en disfrutar el momento .